Día 9: Amor filial a la Virgen Nuestra Señora de los Desamparados

Presencia de Dios: Nos ponemos en presencia de Dios, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de perdón: Delante de Dios compasivo y misericordioso, le pedimos perdón:

Yo confieso, ante Dios Todopoderoso …..

Oración: Dios nuestro, Padre bueno, te damos gracias por habernos dado a Jesús, tu Hijo, como compañero en el camino de nuestra vida, como Maestro y Salvador; y por haber concedido al Venerable Padre Francisco del Castillo, Apóstol de Lima, vivir y morir buscando tu mayor gloria y el bien de sus hermanos, preferentemente dedicándose por entero al servicio de los más pobres y abandonados, los enfermos, los morenos y esclavos, de nuestra ciudad de Lima.  Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Lectura: De Evangelio según San Lucas 1, 46 – 56

Entonces dijo María:

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvado, porque se ha fijado en su humilde esclava.

Pues mira, desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho tanto por mí: él es santo y su misericordia llega a sus fieles generación tras generación.

Su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacío.  Auxilia a Israel, su siervo, acordándose, como lo había prometido a nuestros padres, de la misericordia en favor de Abrahán y su descendencia, por siempre.

María se quedó con ella unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra de Dios: Te alabamos, Señor

Lectura de la vida del Venerable Francisco del Castillo:

Al terminar la predicación dominical en la Plaza del Baratillo invocaba a la Virgen con esta oración: “Dios te Salve, hija de Dios Padre. Dios te Salve, madre de Dios Hijo. Dios te Salve, esposa del Espíritu Santo. Dios te Salve, templo y sagrario de la S. Trinidad”.  Rezaba un padrenuestro y un avemaría y terminaba diciendo: “María, madre admirable, consoladora de los afligidos, reina de todos los ángeles, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus misericordiosísimos ojos, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén, Jesús” (Cf. Autobiografía, p. 33).

Su amor a la Virgen María fue tan grande que en su honor construyó la iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados y otras obras para el servicio de los pobres y necesitados, como la Casa de las Amparadas, para mujeres arrepentidas que quisieran cambiar su estilo de vida y dedicarse a la oración y al recogimiento. La casa llevaba este título y advocación de la “Inmaculada y Purísima Concepción de la Santísima Virgen María Nuestra Señora”.

Uno de los testigos, Fernando Tardío, declara que siempre llevaba consigo el rosario de quince misterios y lo rezaba, de rodillas, entero todos los días. En sus oraciones a Nuestra Señora solía repetir: “Ampárame y mírame con ojos de misericordia, mírame con ojos de piedad y misericordia” (oración a Nuestra Señora, un día de abril 1642).

Silencio y reflexión: Hagamos un momento de silencio y reflexionemos delante de Dios sobre nuestro amor filial a la Virgen.

1) ¿Comó vivimos nuestro ser hijos de la Virgen y cómo expresamos ese amor?

2) ¿La escuchamos cuando nos dice: hagan lo que Él les diga?, ¿la acompañamos al pie de la cruz y permanecemos firmes como ella’

Peticiones personales

Oración final: Oh Dios, dador de todo bien, que diste a tu Siervo Francisco del Castillo los dones de la oración asidua, la predicación apostólica y entrega generosa a los desamparados.

Si es para tu mayor gloria y para exaltación de tu siervo concédenos la gracia que te pedimos:

Y danos a nosotros el espíritu de oración, de apostolado y de entrega a los desamparados. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

Padre Nuestro – Ave María – Gloria.

ORACIÓN FINAL QUE SOLÍA RECITAR EL VENERABLE PADRE FRANCISCO DEL CASTILLO

Dios te salve, Hija de Dios Padre.

Dios te salve, Madre de Dios Hijo.

Dios te salve, Esposa del Espíritu Santo.

Dios te salve, Templo de la Santísima Trinidad.

Madre Admirable, Consoladora de los Afligidos.

Reina de todos los Ángeles, Abogada nuestra.

Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordioso,

Ahora y en la hora de nuestra muerte. Así sea.