Ruta del Castillo
Desde el siglo XVII, Francisco del Castillo es reconocido como el “apóstol de Lima”. Es en la “Ciudad de los Reyes” donde vivirá sus años de formación como jesuita y donde desarrollará gran parte de su trabajo pastoral, orientado principalmente a los esclavos africanos y los indios, los más pobres de la ciudad. Dondequiera estén ellos, está él. Recorre así incansablemente plantaciones, obrajes, hospitales, huertas, construcciones, chacras, cárceles, barrios y calles. En el mercado del Baratillo plantó su cátedra, como también la cruz de madera que hasta ahora se guarda junto al lugar donde reposan sus restos, entrando al templo de San Pedro.